Primavera 2018 en El Jardín de la Charca, gimnasio emocional

¿Es posible no aburrirse pasando horas y horas en el mismo lugar?¿Puede cambiar de aspecto ese lugar sin a penas intervenir?¿Cuantas plantas caben en 5 metros cuadrados?¿Se le puede coger cariño a un escarabajo?¿Y a un peral?¿Y si es simple grama, también? Pues si. A todo, si. Tres meses en El Jardín de la Charca respaldan mi respuesta.

En otro artículo titulado “El Jardín de la Charca, mi entretenimiento” ya os presenté mi jardín. hoy dejo imágenes de lo que ha ido ocurriendo esta primavera en flores, plantas, árboles, insectos y otras cosas del jardín.

El jardin de la charca 1

Los insectos polinizadores y la fauna auxiliar han hecho muy buen trabajo esta primavera y se han ganado un hotel de insectos de cinco estrellas. Sobre esto también podéis ver el artículo “Fauna auxiliar, de fiesta en mi jardín”. El ruiseñor que alegra las mañanas frescas y húmedas con su piar, también se ha ganado una buena casa nido con vistas a la charca, aunque él prefiere dormir en el taller de mi cuñado. Las abejas, avispillas y mariquitas y mariposas tienen su plato de cerámica para beber después de los atracones que se pegan a pulgón y polen. Por lo demás, las lluvias, la temperatura y la luz óptima de este año han despertado a las plantas de muy buen humor, y éstas han pintado multitud de flores de colores por todo el jardín.

Por mi parte, no he podido evitar cortar flores y ramas para entretenerme y hacer arreglos florales, y trasplantar hijuelos y esquejes de un lado a otro como un poseso. Incluso recopilaba macetas, jardineras y otros contenedores para adornar el patio aún más, si cabe. Cientos de plantas, yo diría que miles sin exagerar, me llamaban a gritos. Y embriagado me acercaba a un vivero y traía más plantas. cuando encontraba un sitio para trasplantar la nueva adquisición veía plantas adventicias en flor que me sugerían esperar a que terminaran su ciclo vital como plantas anuales y prolongar el proceso natural de cambio del jardín. Una locura, lo sé. Así el jardín me hipnotizó hasta la estupidez. En ocasiones me he visto hablando con ellas -Oye bonita, no le quites el terreno al rosal que es muy suyo-, -Tu te vienes conmigo, a la barbacoa a darle sabor a las carnes-, -Dejar hueco!¡Dejar hueco que no se puede pasar! Este año he hecho unos coros sinfónicos con las amapolas de premio. En fin, ahí lo dejo.

La verdad es que no hay mucho más que añadir. Podéis pensar que este pequeño artículo no tiene mucho sentido, que no hay noticia, moraleja o verbo motor. Vale, que cada uno saque sus propias conclusiones. Personalmente, viendo como he disfrutado con tan poca cosa con mis hijos, familiares y amigos, incluso en la mayoría de las ocasiones sólo, y sintiendo que no he perdido el tiempo por la satisfacción personal que me da el saber que el jardín está hermoso, sano, natural y sostenible (podréis ver en alguna foto que todo el riego se reduce a un sólo aspersor puesto al modo tradicional y el agua de lluvia almacenada en la charca), no he podido evitar dejar aquí constancia gráfica y escrita, como si todo el tiempo que estoy allí fuera poco.

Hace poco me elogiaron en un mensaje: “Qué jardín más chulo! Voltaire dijo: sobretodo, cuidad de vuestro jardín! Y el tuyo está super cuidado”. Pues no me extraña que Voltaire dijera esto, son un sinfín de filósofos, poetas y pintores los que han generado la mayoría de sus obras y pensamientos cultivando su jardín. Como sugiere Santiago Beruete en su libro Jardinosofía, una historia de filosofía y jardines, “el jardín es un vergel ético como escuela para la felicidad”. Yo no suelo ser demasiado dogmático y creo que nunca diría eso de “Que la muerte me halle sembrando coles en mi jadín”, pero si sé que me da una sensación de bienestar general muy agradable. No sé quién dijo eso de “Me divorcié, me quedó mi crisis, sembré, cultivé… ¡y sané!”.

Si alguien esperaba ver aquí fotos de un jardín exuberante, de revista o de premio mundial de la alguna asociación real de jardineros por el mundo ahora verá que se ha equivocado de artículo. Hoy he hablado más bien de otra belleza, la que produce esa interacción con el jardín, sin tener en cuenta lo exóticas que son sus plantas, o lo caras, ni si quiera lo bonitas que son, o que paisajista reconocido lo ha diseñado, o si somos buenos jardineros o no. Supongo que os habréis dado cuenta ¿no?